jueves, 29 de septiembre de 2011

Desde hace 30 años guardo entre mis recuerdos más queridos las cartas de Malvinas. Lamentablemente no tengo ninguna de las que me envió mi familia ni mis amigos ya que nunca me llegaron. Así que mi preciada colección consiste en las cartas que le envié desde allá a mis viejos y en las "Cartas para un soldado" que recibíamos regularmente en las Islas. Estas cartas tuvieron en mi vida una influencia permanente.
Durante la guerra eran una inyección moral muy grande, especialmente para aquellos que no recibíamos correspondencia de nuestros familiares. Eran como un mimo de alguien querido que te transmitía su apoyo desde un lugar que parecía increíblemente lejano. Las cartas allá se distribuyeron, canjearon, prestaron y regalaron entre nosotros.
Después recorrieron los colegios de mis hijos y seguramente se sintieron "revivir" mientras pasaban de mano en mano entre los chicos y maestras.
Ahora, 30 años después, estas cartas vuelven a tomar fuerza. Si bien desde hace mucho tiempo tenía ganas de publicarlas en Internet, me parecía que era una falta de respeto no pedir la autorización previa de quienes las escribieron. Así que me puse en campaña la semana pasada y ahora puedo compartir con ustedes los primeros frutos:

Adriana Isabel Pol
Adriana fue la primer persona con la que me pude contactar telefónicamente. Pensé que como era una carta de Capital la podría ubicar fácilmente. Lo cierto es que fue bastante difícil llegar hasta ella ya que actualmente vive en el interior del país.
Una vez superada la desconfianza obvia al recibir un llamado de alguien que dice que tiene una carta suya de hace 30 años, Adriana se emocionó tanto como yo. Después de hablar un rato nos dimos cuenta que era amiga de una hermana mía que también vive en el interior!
Como podrán leer en la carta, Adriana estaba en el Colegio Nuestra Señora del Huerto, del cual recibí varias cartas. Todas totalmente distintas y personales.
José Alberto Bunader
A José lo ubiqué a través de Internet. Primero solamente en la formación de un equipo de fútbol, pero después conseguí hacerle llegar un mensaje. Llamó enseguida, intrigado por el tema, pero me parece que cuando más se emocionó fue cuando le mandé su carta y la leyó con uno de sus hijos.
En general, las "Cartas para un soldado" más cotizadas entre nosotros eran las de chicas de 17 años que vivían cerca de nuestros domicilios. Uno siempre guardaba la esperanza del regreso triunfante con todas esas personas esperándonos orgullosas.
Sin embargo, la carta de José es especial porque transmite una convicción poco común. Sentía en esas palabras muchas de las cosas que se me habían cruzado por la cabeza cuando decidí ir a Malvinas. Al final las vida se fue dando como el predijo, incluso cuando pone: "...más que deseos, estoy seguro que me vas a escribir". Con 30 años de atraso finalmente se dio.
 

Mi primera carta
La idea de esta sección del Blog era publicar exclusivamente las "Cartas para un soldado", pero el otro día cuando le pedí autorización a una persona para publicar sus cartas me dijo que prefería no hacerlo. Le daba nosequé. Cómo convencerla a ella si a mi también me daba nosequé publicar las mías. Así que acá les adjunto la carta que escribí el día que llegué a las islas, el 29 de Abril de 1982.
Como podrán ver, ese mismo día ya recibí las primeras "Cartas para un soldado". También queda claro que el sentimiento que reflejaba José en su carta era el de la mayoría de los argentinos de nuestra edad en esa época: "en el Edificio (Edificio Libertad - donde estaba destinado en Bs. As.) me sentía como un inútil....mientras que acá me siento muy bien."
Cuando digo: "Acá me encontré con Horas que se emocionó muchísimo cuando me vió", me refiero a mi hermano Horacio, que en esa época era marino y se encontraba destinado en las Islas.


Andrea Splett
La carta de Andrea no me la habían entregado a mi directamente, sino a un amigo mío, pero me gustó mucho así que me la guardé. La mayoría de las cartas estaban escritas en hojas de carpeta rayadas. Andrea había buscado un papel que le gustaba y trataba que su carta sea lo más personal posible. Y uno así lo sentía.
A mediados de mayo aproximadamente pasé a tomar guardia desde las 20 hasta las 8 de la mañana. En ese horario prácticamente no había movimiento de aviones, solamente barcos (1 o 2) que se acercaban para hacer fuego de artillería hasta aproximadamente las 3 de la mañana. Así que desde esa hora hasta el amanecer la situación se mantenía generalmente calma. Esos momentos los aprovechaba para leer y contestar las cartas. Una de las que contesté fue la de Andrea.
Cuando me comuniqué con ella la semana pasada, lo hice con mucha prudencia, explicándole detalladamente quien era y porqué me comunicaba con ella. Para mi sorpresa y enorme alegría, ella se acordaba todo mucho mejor que yo! Incluso me hizo acordar de unas tarjetas de navidad que hice para el '82 y le envíe en agradecimiento.
La verdad es que los mails que recibí en estos días con motivo de esta correspondencia Malvinera han sido igual o más emotivos que las mismas cartas.



Sofía Aberastury
A fines de Abril de 1982 me llamaron del Edificio Libertad (Comando en Jefe de la Armada) para comunicarme que a las 19hs. de ese mismo día me tenía que presentar para ir a Malvinas. Si bien era algo que me esperaba -porque me había ofrecido como voluntario unas semanas atrás- la noticia generó una revolución en mi casa. Entre todas las personas que fueron a despedirme estaba Andrea Copello, una vecina del mismo edificio que trabajaba como maestra en el Colegio San Pablo de mujeres.
Andrea me dió en ese momento un gorro y una bufanda tejidas de color verde, pero fue unos días después cuando me hizo su mejor regalo. Les dijo a sus alumnas de 2do. grado que tenía un amigo en la guerra y que sería lindo que ellas le escribieran. Así fue que recibí una cantidad muy grande de extraordinarias cartas con dibujos.
Entre todas las cartas se destacaban las de Sofía Aberastury, que eran las más extensas. Además, Sofía fue la única que me siguió escribiendo después de la guerra. Es más, cuando volví me invitó a tomar el té a su casa. Fue un gesto inolvidable en medio de la campaña de desmalvinización que ya se había iniciado.
Después de 28 años me pude contactar nuevamente con Sofía y me autorizó para que les muestre estas 2 cartas...que son las más cortas!
Las que nunca llegaron
Como les dije antes, nunca me llegaron cartas de mis parientes o mis amigos. Algunas volvieron al remitente con la siguiente leyenda en el sobre: "DEVOLUCION AL EXPEDIDOR
Intercambios postales interrumpidos con las Islas Malinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur por ocupación ilegítima de Gran Bretaña de dichas islas, las cuales forman parte del territorio de la República Argentina y pertenecen a su soberanía."
Acá a la derecha tienen un caso que le volvió a un compañero de colegio que nos había escrito a mí y a mi amigo Alejandro Alonso.


María Gabriela Lamela
Fue una de las primeras personas con las que pude contactarme, gracias a que aún vive en el mismo edificio que hace 30 años.